(cuento corto)
Usté sabrá, pero a mí me lo contaron distinto.
Resulta que Don Tano andaba comprando cueros por el rumbo de Zamora y como los cristeros estaban alzados por ahí, pos el tren nomás pasaba allá cada que vez que ahora sí que cuando Dios quería.
Creo que Don Tano y su señora de él (que no me acuerdo orita cómo se llama) ya llevaban como una semana o más esperando a ver a qué horas, cuando oyeron pitar la máquina. Agarraron los velices y se jueron pa' l'estación con los mentados Don Gil y Don Patricio que dizqu'eran también de por ahi de Guadalajara y más gente que quiso aprovechar para irse. Y ya se iban a trepar al tren cuando le agarró el dolor de muelas.
"No, que aguántate, que mañana te la curan en Guadalajara", que dizqu'ella le decía, " que mira que si no nos vamos orita, vete tú a saber pa'cuándo".
Y él, terco; que le dolía reti harto y que no se subía y que si se tenían que quedar un mes refundidos en Zamora, que ni modo.
Se fueron de regreso p'al hotel y mandaron llamar al peluquero.
Parece que Don Tano se acostó en la cama y se agarró juerte de los barrotes de la cabecera. El peluquero se puso del otro lado y lo jorugaba con unos alicates p'a sacarle la muela, pero la condenada muela no quería salir, y con eso de que la cama tenía rueditas, nomás jaloneaba a Don Tano por todo el cuarto, con perdón sea dicho, como chivo en matadero.
'Tons' ella, pus como no, se puso a pegar de gritos. Gritaba y gritaba rete recio por el balcón que le mataban al marido. Y con esos gritotes, que se bajan los otros dos del tren a ver qué pasaba.
Pa'cuando llegaron al hotel los tales Don Gil y Don Patricio, la máquina se pone pita y pita que ya se iba, pero ¿cómuiban adejar luay? si parecía que de a deveras lo estaban matando: ella seguía grite y grite, todos los del hotel en el mitote encaramados en la escalera ahí de curiosos y la cama rueda p'arriba y rueda p'abajo que retumbaba hasta'l tejamanil.
Ya entre todos, lo amacizaron fuerte y le alcanzaron a sacaron la muela. Pero en el entremientras se les fue el tren con todo y equipaje.
A él le debió doler harto, porque afigúrese que yo ví la muela que tenía tamaños raigones y se la sacó a puritito cuerno limpio. Si no se crea, ha de haber estado del cocol, pero cuando los vió a todos descamisados y que los había dejado el tren, dicen que le ganó la risa y les dijo " Ya verán que no hay mal que por bien no venga, vamos a organizar una posadita en el hotel, que al cabo y que hoy comienzan"
Y dicho y hecho, se fue a conseguir un burro y al rato ya andaban en la letanía con todo y peregrinos.
Fue'ntonces, al hora de la piñata, cuando llegó el de Tingüindín con la novedá de que la gente del general había descarrilado el tren en la vuelta de San Dámaso.
No dejaron vivo a niuno. Los colgaron a todititos, menos a las viejas, que nomás las ajusilaron. Y nomás los cuatro éstos se salvaron. Y se salvaron de la pura recontra suerte y por lo terquísimo que es Don Tano, que se montó en su macho y se sacó la muela allí en Zamora.
Y esa es la puritita verdá, como que yo soy el de Tingüindín, el mentado Tirso Armenta, y por más señas, traiba mi caballo el Municipal.
Pablo Noriega B.V.